Ser persona migrante, LGBT+ y vivir con VIH: una historia sobre el refugio

En la audiencia con el Immigration and Refugee Board (IRB), el tribunal independiente al que que revisa esos casos, le cuestionaron sobre México y la posibilidad de volver, sobre la seguridad y atención médica en ciudades como la capital. Aunque ya no es parte de su caso, de igual manera retomamos la referencia para hacer la pregunta: ¿qué pasa con México y la atención al VIH? ¿Cómo se vive?

Ilustración: Elo Draws

Viernes 2 de mayo de 2025

Durante la entrevista, Julián* (su nombre ha sido cambiado por cuestiones de seguridad) de pronto se da cuenta: “de hecho, justamente hoy hace un año me aceptaron el refugio”. El recuerdo le sorprende porque la audiencia que tuvo en mayo de 2024 fue algo que le cambió la vida y le permitió tener un hogar en Vancouver, Canadá, por un tiempo indefinido, entre muchas otras cosas; un gran giro a sus planes en menos de un año. Pero esa no es la fecha que más tiene clavada en su memoria, hubo una antes: el 22 de agosto de 2022, el día que le confirmaron que era portador del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Recibió la noticia solo, en una clínica  a kilómetros de su ciudad natal en México. Menos de 24 horas después, cuando aún lidiaba con el impacto emocional de la noticia, ya estaba en un consultorio escuchando al médico que le explicaba cuál tratamiento era mejor para su caso y bajar su carga viral hasta ser indetectable, algo que lograron unas semanas después. 

El plan de vida que tenía también sufrió un cambio. No sólo era el tener que tomar, a partir de entonces y para siempre, un medicamento diario a la misma hora, y lidiar con todo lo que estaba sintiendo, además era pensar qué camino seguir para el futuro que quería en otro país. 

Foto: Towfiqu barbhuiya

Seis meses antes, en febrero de 2022, llegó a Vancouver para “probar suerte” y ver si lograba hacer una vida ahí, de a poco; ya había intentado antes en Estados Unidos, pero no le convenció del todo. Tomó los trabajos que podía sin tener número de seguro social, ahorró por medio año y se inscribió en una escuela para tomar un curso y así tener documentos como estudiante para  vivir en el país de manera regular y acceder a otras cosas, como un trabajo con mejores condiciones y poder acudir a los servicios de salud sin temor a ser deportado. 

“Cuando no tienes papeles da miedo acercarte  a una clínica y te digan así de ‘a ver ¿y tus papeles dónde están?’, ¿verdad? Que en realidad, ya que estoy empapado en el tema, me doy cuenta de que eso no importa”, explica.

Luego de enterarse del diagnóstico aún estuvo un año con su permiso de estudiante, pero sabía que tenía que idear un nuevo plan para su vida después de eso. Regresar a México no le parecía lo correcto. La opción surgió de pronto: aceptó participar en una entrevista sobre salud sexual para personas con VIH de un centro de investigación y la persona con quien tuvo contacto le preguntó qué pensaba hacer ahora, Julián respondió de manera honesta que no estaba tan seguro, pero no quería volver: por el trabajo, la seguridad, y ahora la salud. “Sí me preocupaba el tema médico en cuanto a qué tipo de atención me iban a dar. Porque yo tengo amigos que también están diagnosticados en México y si bien sí reciben su medicamento, de repente se escasea y tienen que interrumpir su tratamiento por semanas. O sea, no es la misma atención”.

Entonces el entrevistador le habló de la opción del refugio, le dijo que investigara bien qué opciones tenía y le pasó el contacto de  Rainbow Refugee, una organización basada en Vancouver que proveé ayuda e información a personas LGBT+ refugiadas o que buscan este estatus en Canadá.

Canadá, ¿un país refugio para personas LGBT+? 

Rainbow Refugee fue fundada hace 25 años, inició como un grupo de voluntarios que empezaron a dar apoyo a personas LGBT+ que buscaban asilo hasta convertirse en lo que son ahora, una organización que brinda orientación legal, apoyo en el proceso de asilo, tienen un programa de reasentamiento, otro de consejería emocional y más. Esto lo hacen con recursos privados. 

En su página se definen como una organización que se dedica a  promover  “la migración segura y equitativa, así como comunidades de pertenencia para quienes huyen de la persecución por su orientación sexual, identidad de género, expresión de género o estado serológico respecto al VIH”. Durante 2023, dieron apoyo a más de 900 personas, entre las que viven en Canadá y las que buscaban llegar ahí, afirma Aleks Dughman-Manzur, codirector de la organización, en entrevista. 

Según su base de datos, entre 2021 y 2024 apoyaron a 262 personas originarias de Latinoamérica, de los cuales 190 son de México y  42 de estas  son personas que viven con VIH. 

Esta es una de las organizaciones que atienden este tipo de cuestiones en el país. Existen otras como Rainbow Railroad, que funciona con recursos del gobierno,  la cual, en 2023, recibió 15,352 solicitudes de ayuda de personas de todo el mundo, según señalan en su reporte anual. Sin embargo, aclaran que por el costo financiero de ayudar a las personas que están en riesgo, sólo pudieron atender la mitad. 

En junio de ese mismo año, Justin Trudeau, entonces Primer Ministro de Canadá,  junto a Sean Fraser, Ministro de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía, habló de la alianza con Rainbow RailRoad para “proteger a los refugiados y darles la bienvenida en Canadá”. Como parte del mensaje resaltaron el orgulloso historial del país para aceptar y dar refugio, así como el compromiso de su entonces gobierno para proteger los derechos humanos. 

“Todas las personas merecen un lugar seguro al que llamar hogar, y Canadá continúa siendo un destino a elegir para la gente que busca empezar una nueva vida con nuevas oportunidades para ellas y sus familias. Junto a Railroad, ayudaremos a la población LGBTQI+ a estar un capítulo nuevo, seguro, en Canadá”, dijo. 

Dos años después, en enero de 2025 sucedieron dos cosas: Trudeau renunció a su puesto y Donald Trump inició un segundo mandato, lo que ha traído consecuencias a ambos lados de la frontera. 

Por un lado, Canadá tuvo que votar para tener un nuevo primer ministro y Mark Carney, del Partido Liberal, llegó con una plataforma que asegura extender los programas que trabajan el asilo o refugio para personas LGBT+.

Por otro lado, Trump comenzó a tomar medidas en contra de la población LGBT+, además de que incrementó el discurso en su contra. Como consecuencia de esto, miles de correos han llegado desde Estados Unidos a organizaciones como Rainbow Refugee para solicitar información sobre el asilo en Canadá, quienes escriben son tanto personas ciudadanas  de aquel país, como personas de otras regiones refugiadas en Estados Unidos.

Y mientras en el primer caso es más sencillo establecerse en Canadá por otra vía que no sea el refugio, las personas migrantes dentro de Estados Unidos lo tienen más difícil “porque esa persona lo más probable es que, a no ser que tenga parientes directos acá en Canadá, lo van a devolver”, explica Dughman-Manzur. Y aunque hay ciertas excepciones, no es del todo seguro. 

Imagen: Elo Draws (@elodrawss )

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“Lo primero que me dijeron es, si tú vuelves a México, ¿crees que tu integridad o vida estaría en riesgo de alguna forma?”, cuenta Julián. 

Su respuesta fue sí. 

Entonces le explicaron que con sentir que su vida podía peligrar de alguna forma, él tenía todo para pedir un refugio. Y así lo hizo. Inició el proceso, presentó su caso a través de Legal Aid, organización que brinda apoyo legal a habitantes de la Columbia Británica y que trabaja con Rainbow Refugee, por lo que Julián no pagó ni un solo peso. Meses después, en una audiencia vía Zoom, le fue aprobado el refugio. 

Aunque se cuente en unas pocas líneas y parezca que fue una decisión sencilla, Julián también dudó sobre dar ese paso: “desde mi ignorancia yo tenía esta idea de que refugio piden las personas que, no sé, que están en países que están en guerra, que están siendo perseguidos por el narcotráfico, por delincuencia organizada, por situaciones políticas graves de que ‘no, pues era político, pero ya me han intentado matar’, no sé, o sea, como que ese tipo de historias”. 

Fue gracias al entrevistador que lo contactó con las organizaciones que supo que las personas de la comunidad LGBT+ también pueden hacerlo cuando han vivido cuestiones de discriminación, acoso o violencia. Todo lo que demuestre que en tu país no estás a salvo, para él ahí entraba el diagnóstico: por la situación de salud que hay en México y por el estigma que existe hacia las personas que viven con VIH. 

Aún con esta información le quedó la duda. No estaba seguro de ser candidato, no sabía si era lo correcto. Pensaba que el bullying que vivió de niño por ser gay, ser moreno y estar gordo era algo que le pasaba a todos. A otros por ser “flacos o chaparros”. En cuanto a su círculo cercano, sintió que hubo apoyo, aunque al principio la aceptación haya sido difícil. 

Pero admitió que quizás este pensamiento fue porque ha normalizado ciertas cosas que suceden en su país, como un episodio que le ocurrió hace años y no le había dado mayor importancia. 

Antes de “salir del clóset”, cuando aún iba en preparatoria, comenzó a salir con el chico que considera su “primer amor” y un día, mientras paseaban por un parque de su ciudad, dos policías se acercaron a ellos cuando los vieron besarse, les cuestionaron por la acción y los amenazaron con llevarlos a la cárcel. Él, asustado, les dijo que no lo hicieran porque su mamá aún no sabía que él era homosexual y el policía respondió algo parecido a que con más ganas lo iban a llevar para que su mamá supiera lo que era: joto (y más palabras usadas de modo peyorativo). Al final, el otro chico, que vivía en Estados Unidos, les respondió con más firmeza y pagó un soborno para que los dejaran en paz. 

“Es que también son cosas que uno normaliza un poco porque dices ‘Ay, pues es normal, me ha pasado a mí, le ha pasado a cualquiera que encuentren besándose en la calle’, porque en México hace algunos años todavía eso no estaba bien visto, ¿sabes?”

Su caso fue claro: no era viable volver al país. Y así lo asumió cuando entregó su pasaporte para recibir el papel que lo acredita como persona con estatus de asilo político o refugio. A grandes razgos, con eso puede ir, si quiere, a Estados Unidos o a otro país, pero no a México, o por lo menos no por un largo tiempo, debido al riesgo que ha jurado tiene en el país. Julián, si bien siente cierto pesar, asume su decisión tranquilo.  

México: entre avances en tratamiento con trabas burocráticas

En la audiencia con el Immigration and Refugee Board (IRB), el tribunal independiente al que que revisa esos casos, le cuestionaron sobre México y la posibilidad de volver, sobre la seguridad y atención médica en ciudades como la capital. Aunque ya no es parte de su caso, de igual manera retomamos la referencia para hacer la pregunta: ¿qué pasa con México y la atención al VIH? ¿Cómo se vive? 

“En México tenemos acceso al mejor tratamiento disponible  para personas viviendo con VIH como tratamiento de primera línea, es decir, la primera opción de tratamiento. Somos el único país en Latinoamérica que tiene acceso a este tratamiento por un trato que hizo la Secretaría de Salud con la farmacéutica que lo produce”, explica Misael Muñoz, coordinador de agenda VIH en Inspira Cambio AC, una organización que se dedica a promover la salud sexual y reproductiva de las personas. 

Pero también reconoce un rezago para muchas poblaciones, pues, como a otros problemas de salud, a este lo atraviesan problemáticas de género, de sexualidad, de clase, incluso de ubicación geográfica. Sobre todo para aquellas que viven fuera de la Ciudad de México. 

“A nivel institucional existen los derechos, ¿no? O sea, existen. El acceso a ellos es en donde falla por muchas cosas. Cuestiones de infraestructura, burocráticas, etc.” 

Alain Pinzón, de VIHve Libre, una organización que trabaja desde la Ciudad de México como red de apoyo para personas que viven con VIH, también habla de dichas fallas. Si bien en México hay acceso universal al tratamiento antirretroviral desde los años 2000, siempre ha tenido problemas de desabasto, asegura. Sin embargo, lo que sí cambió al entrar López Obrador y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la presidencia en 2018, fue un recrudecimiento de esta falta de medicamento, a finales de ese año y principios de 2019. A partir de entonces, asegura, no se ha regulado y los medicamentos faltan de forma intermitente en algunas instituciones.

Esto se focaliza en algunos estados, en algunas instituciones y algunos medicamentos. “Cada característica de estas tres van diferenciándose por el tiempo”. A veces hay desabasto en el IMSS de Veracruz, a veces en el IMSS de Puebla, a veces en el Capasit (Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual) de Tijuana. Y puede ser con un medicamento, con dos o con tres. 

Alaín, desde su trabajo en  la organización, señala que la institución que sufre principal desabasto es el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En Puebla, por ejemplo, ha visto una falta de Darunavib, un esquema de rescate. Es un medicamento que desde inicios de 2025 se ha tenido de forma intermitente en ese y otros estados. 

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También está el tema de la burocracia, si alguien se muda de un estado a otro o incluso se cambia de casa en la misma ciudad, las instituciones obligan a las personas a hacer los trámites desde cero, entregar de nuevo sus papeles y, en muchos casos, volver a hacerse la prueba de sangre para confirmar el diagnóstico. Todo esto cuando la persona ya está en tratamiento. 

“Eso hace que la adherencia se pierda, los usuarios dejen de tomar medicamento por meses y eso va a causar un problema de salud eventualmente en algunas personas, no en todas, pero sí en algunas”. 

Pero incluso eso parece avanzar, hace pocas semanas, en abril de 2025, la Suprema Corte ordenó al gobierno federal crear un protocolo para transferir a los pacientes con VIH entre los distintos sistemas de salud para que no queden desprotegidos. 

Además de esto, también existe el estigma social que, asegura Misael  Muñoz, obstaculiza el acceso a la atención y al tratamiento “porque una persona que vive con VIH recibe un trato muy diferenciado a una persona que tiene un padecimiento cardiovascular. Aunque  ambos sean cuestiones de salud”. 

“Pero está atravesado ahí por la moral mexicana y por la moral etcétera, etcétera, por muchas cosas. Y cabe destacar que en México siguen existiendo leyes que criminalizan a las personas que vivimos con VIH”. En 27 de los 32 códigos penales existe el tipo penal de “peligro de contagio” o similar. 

Y si bien sí ha habido avances, Muñoz también asegura que estos se han dado históricamente por la presión de la sociedad civil. “Se ha llegado a un nivel de presión y de argumentación tan articulado que el gobierno no le ha quedado otra opción más que decir: ‘pues sí, tengo que hacer esto’”.

Entre los  aciertos o cosas que sí rescata del gobierno actual mexicano está el hecho de que el clima político del país es distinto al de Estados Unidos y que la presidenta Claudia Sheinbaum no comparta la visión de Donald Trump sobre la población LGBT+. 

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Rodrigo, originario de Argentina, llegó a VIHve libre por una situación de emergencia cuando aún no era residente. Se le rompió un condón y necesitaba acceder a la PEP (Profilaxis Post-Exposición); contactó a Alaín y pudo iniciar su proceso de 28 días, el cual, cuenta, vivió con algo de miedo. Luego le sugirieron que se registrara en el programa del PREP (Profilaxis Pre Exposición) para no vivir con ese temor.  Así lo hizo. 

“La verdad que fue muy muy accesible. Yo sé que es más fácil acceder  aquí que en mi país”, afirma. Aunque nunca tuvo que hacerlo allá, lo que sabe es que puede ser burocrático. Al hablar con amigos en Argentina sabe que es más sencillo y rápido en México.

Rodrigo buscó y encontró ayuda en una ONG, pero ¿qué pasa si se busca ayuda en el gobierno como persona extranjera ya sea que vaya de paso o que viva aquí? 

Una cobertura universal en salud 

Tanto la  Ley de Migración como la de salud son claras respecto al derecho de recibir atención gratuita, independientemente de la situación migratoria, esto incluye servicios de salud, medicamentos e insumos.  

De manera más específica, la Guía de Manejo Antirretroviral de las Personas con VIH, publicada en 2021, establece que aquellas personas que una vez que se encuentren en territorio nacional e informen que son portadoras de VIH o sida, “deberán ser canalizadas al servicio de atención más cercano para personas que viven con VIH de acuerdo con la ruta de tránsito en que se encuentren y de acuerdo con las recomendaciones de manejo antirretroviral de la presente guía durante el tiempo en que se encuentre en el país”.

El trabajo de las organizaciones dentro de un estigma social que aún persiste 

Si bien en la atención y tratamiento se ha avanzado en las últimas décadas, hay algo que permanece: el estigma y la discrminación de la sociedad, incluso en personal de salud. 

Alain asegura que han aumentado conforme pasa el tiempo, sobre cómo se adquiere o hacia quien vive con VIH. Esto limita el acceso a la salud y el hacerlo sin sentir vergüenza, incluso para hacerse una prueba. 

Misael Muñoz dice que aunque la ciencia avanzó en las últimas cuatro décadas  y las personas que viven con VIH pueden tener casi la misma calidad de vida de quienes viven sin VIH, aún encuentras comentarios que se pudieron decir hace 40 años. Y está la desinformación, como la de los primeros meses de 2025, donde hablaban de una nueva epidemia del VIH. 

Frente a este amplio panorama está también el trabajo de las organizaciones, tales como VIVhe Libre e Inspira Cambio A.C., que son solo dos de las que trabajan a nivel nacional y lo hacen desde la Ciudad de México, una de las ciudades con mayor acceso a apoyo para estas personas. 

Inspira Cambio, por ejemplo, cuenta con el Centro de Atención para el Cuidado Placentero, desde el cual se dedican a “acercar a las personas a los insumos necesarios para ejercer una una sexualidad libre, informada, responsable”.

Por su parte, VIHve Libre se dedica a la prevención, educación y acompañamiento de personas que viven con VIH. Uno de sus principales enfoques es mejorar el acceso a tratamiento y cuentan con un “programa permanente de prevención” que “incluye el ingreso y abastecimiento de Profilaxis Pre Exposicion y Profilaxis Post Exposición de manera gratuita en cualquier parte del país (y del mundo)”. 

Dentro de ese trabajo, uno de los mayores retos que observa Pinzón es que las autoridades y las instituciones entiendan que lo que se exige como organizaciones es un derecho, no un favor.

Por otro lado, Pinzón siente satisfacción en su trabajo al ver a las persona que ayuda acceder a los servicios que necesitan y que no pudieron conseguir por otros medios: cuando ayudan a hospitalizar a una persona, cuando le dan PREP a alguien que no pudo encontrar o que no se quiere acercar a los servicio de salud pública. 

“Y creo que demostrar que el trabajo comunitario que hacemos y que no nada más nosotras, sino muchas organizaciones hacen en todo el país, es importante. Y vale, de alguna manera importa y existe y es el que está cambiando el rumbo de la epidemia en México”.

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¿Volver a México?

–Emocionalmente, ¿cómo fue el proceso?

– Son sentimientos de que estás que te lleva la chingada, ¿verdad? Pero dentro de ese malestar. Malestar y culpa y de por qué es, dentro de mí había mucha tranquilidad porque fue aquí. Dentro de todo el caos y todo lo malo yo decía así como de “bueno, de todo esto lo único bueno es que fue aquí”. Porque yo siento que si hubiera sido en México, hubiera sido el triple de difícil el proceso. 

Lo dice porque el 23 de agosto de 2022, un día después del diagnóstico, a primera hora le hicieron más estudios y le dieron el medicamento que tomaría. Una semana después estaba de nuevo en chequeos y lo revisaron una vez a la semana durante un mes hasta que fue indetectable. Un amigo suyo en México lo logró en seis meses. Claro que, cada cuerpo es distinto, pero Julián tiene casi tres años y una salud estable, ahora sus citas son cada cuatro meses.  

–El caso es que, dentro de todo el caos que el diagnóstico causa, para mí fue así que dije: Soy muy afortunado porque mis decisiones y la vida me trajeron aquí y el diagnóstico lo pude tener aquí.

–Al final, ¿crees que una migración es la última y única respuesta?

–  No sé, la verdad siéndote muy honesto, y realista sobre todo, yo siento que si sí volviera a México, si tuviera que volver a México, si no hubiera resultado esto o así, no me iba a morir (…) Pero las diferencias son obvias. Aquí el sistema de salud es más perfecto. Y súmale la seguridad, la libertad de expresión, más oportunidad de empleo. Ya viendo todo en conjunto es ‘no hay forma’, pero si tuviera que volver a México también hay forma de vivir muy bien, la verdad.

Este reportaje fue realizado como parte del taller Cambiar la Mirada. Nuevas narrativas sobre migración , coordinado por Eileen Truax, en alianza con Factual, ONU-DDHH, la Universidat Autònoma de Barcelona y CER-Migracions