Hasta siempre Blanca Martínez 

La recordaremos verdaderamente indignada, furiosa y feliz. En la lucha. Siempre.

El pasado 5 de octubre una serie de hechos aparentemente inconexos se realizaron en Torreón. Al ser domingo, el Paseo Colón cerró la calzada a los automóviles y cedió el espacio al peatón en tanto el ayuntamiento vía el Instituto Municipal de Cultura y Educación inauguró una edición de tantas del CowParade, exposición que rinde homenaje a Grupo Lala y al hato ganadero más grande no sólo de México sino de América Latina.

Entre las avenidas llenas de productos a la venta, donaciones de perros y gatos, chicos en bicicletas y la proximidad ciudadana a que se obliga a los agentes municipales, emergió una protesta donde más de 250 personas caminaron y gritaron consignas mientras ondeaban la bandera palestina. Hechos que se registraron en las notas informativas.    

Pero una actividad más se realizó en el Museo Regional de La Laguna. Se trató del Primer Encuentro de Luchas y Movimientos Sociales del Norte donde participaron Cristela Soto y Rosa María Rocha en representación de la colectiva Madres Poderosas. 

Acudieron la socióloga y escritora Erika Soto y el periodista Luis Alberto López, quien dirige Heridas Abiertas. En un extremo de la mesa, discreta, se sentó Blanca Isabel Martínez Bustos, activista y directora del Centro de Derechos Humanos Fray Juan de Larios. Entre el público, no faltaron “las doñitas” que integran a las Fuundec y Fundem.

Un mes y casi una semana después de hablar con ella, de refrendar el cariño, le decimos hasta siempre a Blanca Martínez, acompañante leal de las familias que buscan a sus hijos e hijas. O hermanos, esposos, padres o madres. Personas que desaparecieron de manera forzada tras la guerra contra el narcotráfico que se emprendió en el sexenio de Felipe Calderón. Lamentablemente el delito se percibe como irrefrenable aún.

Para la visita Blanca Martínez decidió vestir un pantalón azul marino y una blusa de intenso color naranja tapizada de flores bordadas a mano. Pequeños pétalos multicolores unidos por hilaza cruda. 

Lo usual en una mujer que desde adolescente decidió servir a los pobres. Primero a través del Frente Auténtico del Trabajo, y luego en el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, en Chiapas. Allí conoció al obispo Raúl Vera López quien la llamó en el momento en que se configuró la crisis humanitaria. 

Así llegó al Fray Juan de Larios, en Saltillo, y retornó a Coahuila, su estado natal. El 19 de diciembre de 2009 creó las Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila y luego las Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México. 

De este caminar junto a las madres, sobre las desapariciones forzadas y lo que denominó como pactos de impunidad entre autoridades, empresarios y cárteles de la droga, ella habló en entrevista.

Con su experiencia en el tema abrió la conversación al afirmar que hoy se cuentan miles de casos sobre desapariciones y quizá unos cientos de detenidos. Pero recordó que en el caso concreto de Coahuila, entidad donde los zetas ensayaron las prácticas de horror antes inusitadas, el gobierno puso a disposición a las instituciones: las policías, las comandancias y los Ceresos, que son los sitios con mayor protección y seguridad, y donde nadie tiene derechos porque han sido procesados, estuvieron ayudando a los cárteles.

-Ahora vemos que personajes como el Mono Muñoz reaparecen reclamando predios. Incluso en Torreón se cometió el homicidio de un joven en Nuevo Mieleras que defendió un terreno de su abuelo. Lo mató la policía municipal porque Muñoz argumentó que ese sitio es de su propiedad. 

-Eso es impunidad. Esos son los pactos de impunidad, y los actores son parte de una red y tranquilamente se mueven por todo el mundo como si no pasara nada y como si no tuvieran responsabilidad por las muertes, por el despojo, por el vaciamiento del sentido de vida incluso para los jóvenes. 

-¿En el tema de las desapariciones cuál es la panorámica que tienes?

-Vemos escenarios muy preocupantes y desoladores porque, aunque se ha invertido en la búsqueda, les vale un comino gastar millones en hacer un Centro Nacional de Identificación que no funciona, o estar dando palas y cribas para que las señoras busquen.

Delegar la responsabilidad a las familias es perverso. Otras de las problemáticas a las que nos estamos enfrentando tienen que ver con la concepción del problema y la política de Estado; cuando se recuperan restos y pueden ser identificados, lo que están haciendo es retipificar el delito. Y de ser un desaparecido, se convierte (el crimen) en un homicidio cometido por particulares.

Blanca comentó que en México solo existen 33 casos judicializados por el delito de desaparición forzada, con la clara intención de no engrosar la estadística porque el Estado mexicano no se quiere responsabilizar aunque sea conocido, por ejemplo, que los fundadores de los zetas fueron militares entrenados en la Escuela de las Américas. Pero el objetivo para los defensores de derechos humanos es claro. Blanca lo sabía y afirmó que se trata de romper justo esos acuerdos.

-Nosotros decimos que mientras no se combatan los pactos de impunidad, porque se mueven por todo el mundo como si no pasara nada y como si no tuvieran responsabilidad por las muertes, por el despojo, por el vaciamiento de los sentidos de vida incluso para los jóvenes, si no se combaten esto va a seguir, los escenarios son poco esperanzadores, seguimos apostando que un día vamos a lograr algo y por eso también estamos con la estrategia internacional. No para que vengan a resolvernos la vida sino para que vengan a apoyar la lucha que tenemos.

El día que se conversó con Blanca también se cumplió el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la presidencia de la República. El empresario Eduardo Tricio se negó a externar una opinión. Pero Blanca Martínez no. 

-Mira, en el tema de justicia, de derechos humanos y en el tema de desaparición, las cifras son negativas. Desgraciadamente tuvo que pasar otro Tehuchitlán, pero cuántos no tenemos.

-Que también está negado.

-Claro. Tehuchitlán, ¿qué nos revela? Nos revela justo la trata de jóvenes, el enganche por una situación de miseria, de necesidad de trabajo. El mecanismo de enganche es el trabajo, estas causas estructurales que toca subsistemas del capitalismo y del Estado depredador. 

Es Teuchitlán (el) que nos reveló que esta es una problemática y una realidad que está a nivel nacional y a eso (que ocurrió allí) se le llama ejecuciones extrajudiciales, no son sólo asesinatos u homicidios.

El centro de Identificación Humana en Coahuila funciona porque han tenido muchos recursos, (pero también) por el trabajo que han hecho las familias: la visibilización, la lucha, pero los reactivos son muy caros. Apostar por la búsqueda implica recursos también. 

Desgraciadamente es más fácil decir que son huesitos de pollo, es más fácil entregar restos sin verdad o jugar con las familias diciéndoles: Aquí nosotros no tenemos responsabilidad porque fueron malandros que ya mataron, que ya están presos, que ya no existen porque se fueron o son inalcanzables, y que hoy las familias repiten incluso ese discurso: mi desaparecido no fue uno de desaparición forzada sino por particulares, nos está haciendo mucho daño porque se meten a la retórica del estado: Yo no soy el responsable sino son los otros.

-¿Qué decir de la otra cara de la moneda, de la organización social? Ahora tenemos esta actividad que no llena el auditorio pero resulta simbólica. Y coincide con una serie de hechos, te los comparto. En el Paseo Colón se inaugura el CowParade, que son las vacas a escala natural. Eduardo Tricio condiciona su entrevista a hablar sólo de la exposición porque hoy hay un litigio donde les piden a los lecheros que regresen el agua al acuífero. Damos la vuelta a la esquina y está una protesta de más de 200 personas que denuncian lo que hace el estado de Israel contra los palestinos. ¿Qué decir de la actividad social? Que no es todo lo esplendorosa que podría ser si la gente se compromete, pero ahí está. El pulso de la gente en la calle ahí está también.

-Fíjate que es interesante ver que en casi 16 años de acompañar a las familias de desaparecidos aquí en Coahuila, cuando empezamos a movilizarnos lo hacíamos solas, las señoras y nosotras. Algunos compañeros de la comunidad LGTBI, éramos un puñito haciendo la movilización, la marcha, así te tocó conocernos. Y ahorita es más movilización: vez más movilización de jóvenes, mujeres, de otras luchas. Creo que la conquista del espacio público, la conquista del derecho a manifestarte, así seamos tres, es muy importante. 

-Ustedes han impulsado cambios estructurales, no de coyuntura.

-Pues creo que sí hemos contribuido a eso y es muy animoso. A mí me da mucho ánimo, me anima mucho el corazón este tipo de convocatorias porque a eso vamos, eso queremos: el salir, hablar, buscarles, pensar juntos. Soñar juntas y juntos también.

Porque si no, ante escenarios desesperanzadores no te queda más que la muerte, y la muerte no en términos de que te suicides, que si quiere suicidarse uno también es parte del derecho de la libre determinación, pero la muerte aparece cuando pierdes los sentidos de vida.

Puedes vivir estando muerto, sobreviviendo como un zombie, sin espíritu. Entonces recuperar el espíritu y la dignidad de nuestros pueblos y la esperanza en esto, puede ser diferente. Es algo que no debemos de dejar pese a los escenarios tan terroríficos.

Lo que da posibilidad de humanidad es lo estamos haciendo día a día con estas pequeñas manifestaciones o grandes, según el lugar. Nosotras somos poquitas ciudadanas y tenemos una historia de  movilización, incluso culturalmente, por ser de pueblos nómadas.

-La semilla que sembró el obispo Vera junto contigo en Saltillo, que catapulta los casos de desaparición forzada en La Laguna, y que crea luego una comunidad que nace en lo local pero se hace nacional, se refleja en México cada 10 de mayo.

-Desgraciadamente cada marcha del 10 de mayo son más madres con desaparecidos las que llegan y son menos solidarios. Pero también no creemos que sea por falta de solidaridad, es porque cada vez hay más causas, más exigencia de moverte y de no callar. Entonces no es falta de solidaridad sino efervescencia. 

-Entonces se defiende la vida en la voz de las mamás de los desaparecidos, o de las que luchan por justicia ante un feminicidio, pero también cuando un chico defiende a un árbol o por quienes piden que regrese el agua al lecho seco del río.

Sí. Es el derecho a la movilidad humana menos contaminante. Se me hace muy interesante esto que se está dando a nivel nacional, que defienden el uso de la bicicleta o andar en patineta. 

Porque es luchar y observar cómo contribuimos al planeta que está deshaciéndose, explotando por la mano humana; donde claro, hay unos humanos que tienen que ver más que otros. 

Esos que te acusan: las mujeres campesinas tienen la culpa porque usan el fogón y son responsables de la contaminación y la huella de carbono. Y además el enfisema que le salió en el pulmón es porque fumó. 

A fin de cuentas los responsables somos los ciudadanos y es la delegación de la acción del gobierno, de no gobierno, a la ciudadanía. Todo lo que yo tengo como responsabilidad en gobernanza, lo que no funciona lo estoy delegando como responsabilidad a las familias y eso obviamente cuestiona los sistemas firmes de los regímenes de gobierno. 

Para qué diablos queremos gobiernos así y un estado de este tipo, donde se da la acaparación y el modelo de gobernanza no impulsa el bien común.  

La grabación terminó. Reaparece la sonrisa, el preguntar por los hijos y sorprenderse de su desarrollo. Porque los míos hoy son adolescentes y como cualquier madre, aparece el temor de que no lleguen a casa o que uno de ellos se encuentre con los agentes del Grupo de Reacción Torreón y lo vuelvan a asaltar. 

No es retórica sino la pura verdad; la única arma que conoce ese pollo es la música y aún así los policías una mañana lo detuvieron, le abrieron la mochila y le sacaron 400 pesos de la cartera. No fue su look rockero. Es que los policías municipales, casi todos, delinquen.

Blanca conoció a los míos montados en una carreola Jeep, una todo terreno para llevarlos a las protestas y ayudar a clavar cruces en Pasta de Conchos. Hoy el otro crío me ayuda a tomar las fotos de las señoras. Y le dolió verlas orar frente a la fosa común en una cobertura. 

Blanca Isabel Martínez tenía el don de sorprenderse y de vivir intensamente. De ser solidaria. De asumir las causas como propias. De amar al prójimo y estar dispuesta a mostrarnos el error de la costumbre. La recordaremos verdaderamente indignada, furiosa y feliz. En la lucha. Siempre.